Empecemos por el principio

En el principio, fue una bisabuela montenegrina. nació en el puerto, se crió en Santa Fe, se casó a los 15 con un Senador Nacional Radical ( y enviudó al tiempo), en la época en que eso de ser senador era de respetar mucho, cuando todavía era "honorable" digo. Luego tuvo como nueve hijos (tres varones seis mujeres), la ultima de las cuales fue mi abuela Ana Maria y la segunda mi tía-abuela Elda,  que fue la que  las crió a todas las demás hermanas.
Mamina (así le decían a mi bisabuela)  era tan pero tan genial, que en pleno siglo de faldas que no dejaban mostrar tobillo, te decía que para criar tanto hijo, cuando no veía vecino cerca, entraba a repartir patadas para todos lados, esa que te decía que una mina tenia que ser una señora en la casa y una puta en la cama. Que era toda un dama de sociedad,  pero que podía decir tamañas groserías como para sonrojar a un camionero. Esa que cuando allá por sus ochentaytantos, todo el mundo esperaba para decirle adiós y me vio en la sillita de comer,  entró a gritarle a todo el mundo que me iba al piso y la tuvimos hasta por los 101. Que cuando, a la hora del te con torta de las cinco en punto,  todas las tías, hijas y hermanas hablaban al mismo tiempo (y les juro que tenían el poder de oírse unas  a otras en simultaneo) aprovechaba el gallinero revuelto para comer torta a su antojo, todo mientras me hacia un guiño. (yo lo vi clarito desde la mesa de los niños allá por mis diez años) 
Era de esas mujeres dignas de dirigir lo que en casa le llamábamos  "el clan de las Álvarez". Mucha mujer con mucho ovario, sin ser feministas no necesitaron de maridos para hacerse llamar por ellas mismas, cambiar foquitos y salir adelante (hablo de una época en la que eso no era común, se entiende ¿no?) alguna porque enviudó, otra porque quiso, otra porque se separó y alguna porque la vida así lo mandó, aunque también hubo alguna que supo tener un buen compañero hasta el final. Algunas de mis tías.abuelas andan por ahí haciendo buceo o aprendiendo programas nuevos en internet.
La cosa es que todas eran mujeres de hierro, de las de antes, esas donde la palabra carácter no llega a definir-las del todo.  De esas, por ejemplo, era mi tía Elda: una mina que de Santa fe se vino como maestra invitada por unos amigos, se enamoró de Mendoza y allá que se vino, tuvo un amor o un amigo o ambas, que fue piloto ingles y lo perdió en la 2° guerra, y nunca más se le conoció a nadie. Fue la que la banco a mi bisabuela hasta al final, y la que crió de alguna manera a todas las demás, a mi abuela, a mis tías, a mi vieja y a mi hermano (ya lo dije pero es que hay que bancarse criar a todos ellos he?). 

Mi tía cuando yo la visitaba me decía "que haces chinita fiera" y me dejaba hurgar en el bolsillo de su delantal de cocina para encontrar caramelos de miel. Su casa siempre olía a comida rica y curry (confieso que parte de que me guste tanto cocinar es por aquellos aromas)  la que me regaló el escritorio ese que estaba abajo del cuadro de Azzoni, (que era muy amigo suyo y profesor de pintura), y que hoy es el secreter que siempre quise tener. Es la tía que cuando se fue ya nada volvió a ser lo mismo. Por que nos reunía a todas en su casa, y era otra magia, otra cosa, era como que todas estaban en paz. Una paz tana sí, bien gritada, bien bochinchera, pero una paz alegre al fin. La gorda como le decían a veces, era de esas minas que se llevan bien acá, junto al pecho, de esas que te dan ganas de escribirle un tango. Yo no escribo tangos, los bailo, la que escribe es mi abuela, pero esa es la segunda parte...