miércoles, 30 de noviembre de 2011

cerezas

Hoy fui feliz de nuevo, hoy me reí hasta llorar otra vez por tantas cosas que es largo contarlas, pero entre esas pequeñas grandes cosas hubo una en particular: me regalaron cerezas...cerezas de verdad, cerezas con hojas y palitos, cerezas que fueron del árbol a las manos, de esas manos a las mías...A esas manos le  dedico estas palabritas.

Alguien alguna vez me narró un cuento que a esta altura no recuerdo bien pero que decía mas o menos así;
               "Una mujer concurre a su terapia habitual, y trabaja toda una larga tarde hablando acerca de esas otras mujeres que viven libremente su sexualidad, como si no hubiera un dios para juzgarlas. Esas mujeres que se ríen de los problemas como si no midieran la gravedad del asunto, esas mujeres que no les importa el que dirán y que siempre parecieran estar dispuestas para otra batalla. Esas mujeres que viven felices con su cuerpo, como si no notaran que no son nada despampanantes. Esas mujeres que comen disfrutando de la comida,  de tal manera que casi pareciera lujuriosa.  Esas mujeres que se ríen con toda la boca como si nadie las oyese...Después de un largo rato de despotricar contra esas mujeres la mujer se retira, aliviada de haber hablado de todo ello.
                 A la semana siguiente la mujer le cuenta a su terapeuta que durante la semana tuvo un sueño recurrente: soñaba que tenia frente a sí misma una gran fuente con cerezas y no podía alcanzarlas nunca. Intrigada por saber que significaba el sueño espera ansiosa la respuesta de su psicoanalista, y  ésta le dice simplemente: solo debe desglosar la palabra "cerezas", usted en realidad se atormenta por no poder alcanzar nunca "ser" una de "esas" mujeres..."

 Este cuentito, casi simpático se me quedó gravado y cada vez que como cerezas lo recuerdo, no solo porque son mi fruta favorita, lo que hace que siempre las pruebe como si fueran la ultima cereza del mundo, si no porque las como lujuriosamente, casi con morbosidad.. Ahora bien, siempre pero siempre que como cerezas, me río para mi y me digo que al menos yo tengo toda la fuente en la palma de mi  mano...



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