domingo, 4 de diciembre de 2011

anoche

me desperté ansiosa, después de dar tantas vueltas por la cama. Tuve muchos sueños pero el ultimo, ese que se recuerda más brumoso, más vívido, más temible; ese me dejo pensando, mas bien sintiendo: mi cuerpo sudado y la necesidad en alguna parte de mi cerebro...me dolían las piernas y la pelvis, de mis seis almohadas ninguna me acurrucaba como correspondía.
Pasó el día y la sensación no se detuvo, por el contrario, se hizo mas urgente. Me di el segundo baño del día, miré mi cuerpo, me encontré en el espejo, me gusté...me animé. Observé con cuidado cada esquina de mi piel, debajo de las uñas, entres los dedos, detrás de las rodillas, un rincón entre mi oreja y mi pelo, el vientre, la espalda, los hombros, los brazos. Todo pero todo arde, no es el calor, o sí, es un ardor más bien dolor, la necesidad de la caricia, de andar despacio, descalza hasta el otro cuerpo, hasta el encuentro con los besos. 
Al final del día, o al principio de la noche, los cuerpos y los besos se reúnen, las manos se entrelazan, las uñas se aferran, los dientes se vuelven plumas para cosquillas, y entonces pasa: mi pelo se enreda, mi piernas se contraen, las suyas se afirman...la sensación de volverse una tan pequeña como se puede...y el otro tan grande como el universo...un big bang interno.
Ahora el dolor es distinto, ahora es una calma necesaria, caminar descalza sin tocar el piso, la sangre es menos espesa y fluye con mas fuerza,  el hambre es infinito..La sonrisa es delatora, camino feliz el sol me pega en la cara y me acuerdo de una mañana anterior en la que tuve un sueño, muy similar al de anoche.

1 comentario:

  1. se dice que a estos temblores hay que minarlos de verde, un caudal de clorofila inyectada entre su roja sangre aplacaria cualquier deseo. Tal vez materializandolo, encontrando un tiempo de descanso en algun viejo arbol,en algun un sendero olvidado.Una promesa incoclusa ya presta a volver...

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